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Max es sordo y el lenguaje inclusivo no le ha mejorado la vida

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    Fuente Oficial
  • 24 ago 2023
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 24 ago 2023

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Por: Hoyuki Fong


La inclusión es lograr que todos los individuos o grupos sociales, puedan tener las mismas posibilidades y oportunidades para realizarse, por lo tanto, el lenguaje inclusivo intenta que al expresarse no se discrimine alguna identidad de género. Pero eso no abona a personas sordas, mudas o ciegas que requieren de un proceso de aprendizaje especial tanto en la escuela como en el entorno familiar.


-¿Qué opinan del lenguaje inclusivo?


Los padres de Max, Flor y Jesús Manuel, respondieron a las preguntas; la madre dijo “el lenguaje inclusivo no es el todes, es que las personas con barreras o alguna discapacidad de comunicación como mi hijo se pudieran comunicar con los demás, que el resto de la sociedad aprendiera braille, lengua de señas, que estuvieran preparadas, que hubiera rampas para personas con discapacidad psicomotriz. Para mi ese sería uno real”.


-Háblenme de Max.


Su nombre completo es Manuel Maximiliano Rodríguez Valenzuela y le gusta que le digan Max, tiene 12 años de edad.

Su padecimiento es una barrera, el nació con varios problemas, con una atresia esofágica tipo 3, que significa que su esófago no se unió correctamente, desde ahí inició con una operación a los 4 días de nacido, la cicatriz se le inflamó, dejo de comer, perdió sangre. Lo mandaron a Torreón para su atención médica y llego con hemoglobina baja, presión alta, y prácticamente pensaron que no sobreviviría.

“De ahí tuvimos que ir a Torreón cada 15 días y de repente Jesús Manuel me dice, como que Max no escucha y yo le dije: estas loco”, dijo Flor.

Pero el padre notó algo diferente que en los tres hijos anteriores, por la reacción que tenían con los chasquidos de los dedos, “una vez que iba a trabajar a la radio Max estaba acostado con Flor y le grité a propósito y ni cuenta se dio, luego en la cocina el andaba gateando y se cayó una olla, se hizo mucho escandalo, y tampoco le provocó alguna reacción, cuando ese estruendo es muy escandaloso y a cualquiera asusta”, indicó el papá.

De ahí le hicieron estudios y les informaron que sus oídos no funcionaban, Max tenía ya 9 meses de edad.

“Sabes que ha sido muy difícil”, externa Flor con los ojos llorosos, “porque papás oyentes no sabemos cómo tratar a una persona con discapacidad, no sabíamos absolutamente nada, pensamos que tanto estar en el hospital le afectó su nervio o si las mismas malformaciones que tuvo. Pero ha sido muy difícil el no saber como comunicarnos con él, sobre piensas como va a ser su vida, siempre estás preocupada de que no vaya a sufrir, porque la crueldad de la gente es muy grande, lo han rechazado y discriminado y ha sido un proceso bastante largo”.

Jesús Manuel cuenta que es Max quién más le ha enseñado la lengua de señas, “yo sé muy poco, pero con eso me logro comunicar con él.

Al principio tuve mucha incertidumbre, pero luego todo se fue acomodando y ahorita me siento bien, sé que Max y mis otros hijos me necesitan y yo he aprovechado mis relaciones para beneficiarlo, para buscar la manera de que tenga un buen trabajo y dejarle un patrimonio”.

Me da mucho orgullo porque es un niño muy desinhibido, muy seguro, muy famoso. De chiquito lo traía a todos lados y ya que creció me abandonó un poco, natural por la adolescencia”.


-¿Cómo es la relación de Max con sus hermanos?


El que no sabe la lengua de señas es Jesús el hermano mayor, tiene menos contacto con Max por sus obligaciones educativas y la distancia, es una lucha constante también con los hermanos, tiene tres más grandes. Daniela sí sabe, pero no es muy constante platicando con él y Luis un poco más, es el que más convive y le tiene paciencia.


-Platíquenme cómo es la vida de Max en la escuela.


No hay instituciones educativas para Max. En el kínder fue prácticamente una guardería porque no aprendió nada. “Yo soy maestra” externó Flor, “entonces hablé con los maestros y el director de la escuela para poder darle clases, ya que los compañeros se negaron a ese grupo precisamente porque no están preparados y pensé como pueden ser tan discriminativos con una persona que necesita el apoyo, ahí sentí lo que muchas mamás sienten”.

Le dieron el grupo de primero y empezaron desde cero, colores, números, letras, y se dio a la tarea de aprender la lengua de señas mexicano, porque es como cualquier idioma, ya que en otros países es diferente.

Las clases, como se las daba a los niños, también le explicaba a Max con lengua de señas y fue como lo han ido llevando. “He tomado cursos para que él vaya avanzando, pero de igual manera no es el mismo avance que los otros niños. En este tiempo no me he desesperado porque Max ahorita es una persona que se puede desenvolver. En su salón, algunos de sus compañeros aprendieron el lenguaje de señas, todos se comunican con Max así, él esta en su área de confort y es muy seguro en la escuela”.


-¿Qué crees que hubiera pasado sino estuvieras tú de maestra?


Ese era su miedo, narran los padres, porque ahora que concluyó la primaria ya viene la secundaria y sigue el temor de lo que va a pasar, porque ningún maestro de Cuauhtémoc de ese nivel sabe la lengua de señas, ni USAER (Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación regular), que es una sección aparte para ayudar a niños con alguna discapacidad o necesidad educativa especial, pero se enfocan más en infantes con síndrome de down, lesión cerebral, discapacidad psicomotriz, entre otras, pero a discapacidad auditiva no.

“Para mi es un reto bastante grande y todavía lo sigue siendo, a veces me siento como si fuéramos dos hormiguitas contra una piedra mucho muy grande”, dice Flor.

“El grupo ha sido muy abrazador con él, muy empáticos, todos se quieren y protegen mucho, ahora que salieron de sexto, uno de sus compañeros de nombre Isaí quiere ir a la misma secundaria y quedar en el mismo salón para seguir ayudándolo, porque le da pendiente de que se vayan a burlar o que no vaya a poder comunicarse”, apuntó la mamá.

Flor cuenta que intentó capacitar a las maestras y maestros, pero muchos se bloqueaban, menos su amiga, la maestra Karina, ella logró aprender y fue la que tuvo por dos años el salón de Max.

“Me ha causado conflicto, aceptar, que tengo una persona sorda, no tanto para mi, y es muy difícil porque mi preocupación es ver como puedo ayudar a mi hijo a sobresalir, observo comúnmente como las personas sordas piden limosna, o andan acomodando carritos en centros comerciales porque no les dan oportunidad.

En eso no estamos hablando de una inclusión, a ellos los dejan a un lado y muchas familias prefieren esconder a sus hijos, dejan de estudiar porque no hay las condiciones, pero yo no, y quiero para mi hijo una vida normal, que pueda tener una carrera. Después viene la preparatoria y si él no tiene los conocimientos necesarios no va a poder ingresar”, apuntó Flor.


-¿Qué siente Max?


Después de la pregunta, Max expresa a sus padres, con señas, que no siente miedo por entrar a la escuela y quiere ser soldado, también tiene mucha habilidad para los videojuegos, está en el grupo de Whats App con sus amigos, hacen video llamadas y se comunica sobre todo con emojis.

“Ha dicho que no quiere ser sordo, que no le gustaba, que quería oír, porque una vez quiso unos audífonos y me preguntó porque no oía y me rompí ahí. Ahorita lo tenemos en una burbuja, se va a enfrentar a una realidad fuerte porque en la secundaria hay bulling, ventaja que yo le veo es que se sordo y no va a escuchar si lo agreden”, con la voz quebrada narra Flor.

“Niños como Max no hay, había uno de secundaria de nombre Porfirio, pero no se pudo graduar porque no logró leer. Hay muy pocas personas sordas en Cuauhtémoc, pero se esconden”, apuntó la mamá.


-¿Qué le pedirían a las autoridades y sociedad en general?.


Responden al cuestionamiento Flor y Jesús Manuel que para empezar pedirían que fueran empáticos, que sería muy interesante que enseñen a los maestros y sociedad en general la lengua de señas y el braille, que haya un timbre en las escuelas para ellos, ellos no escuchan cuando es la hora de salida, debe de ser una luz roja, que en los restaurantes usen los menús con imágenes o en braille para que ellos puedan elegir lo que quieren comer.

La autoridad educativa y el gobierno por si solos no hace nada, pero Flor está dispuesta a dar las capacitaciones necesarias.


Los tres niveles de gobierno, tienen la obligación de garantizarle sus derechos a Max y a las muchas personas en su situación, el sector educativo promueve un lenguaje inclusivo que en nada abona en el desarrollo, aprendizaje e inclusión de personas con bloqueos de comunicación y con esas omisiones solo contribuyen a la discriminación.

Max y muchas personas más están esperando la implementación de un lenguaje auténticamente inclusivo que les dé la oportunidad de ser parte de la sociedad.

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